La muerte en sus manos, de Ottessa Moshfegh
Perpleja estoy y así me quedaré, ya que no parece que nadie sea capaz de captar el sentido de esta novela extraña. O yo no he encontrado al lince que me saque de dudas. Y, como siempre tengo que buscarle tres pies al gato -ya me conocen- me pregunto si la propia escritora es capaz de desentrañar las claves de su historia. Hay veces que un narrador se va enredando cada vez más en su propia fantasía, o en asociaciones de lo más peregrino y yo le leo fascinada, esperando hasta el final, porque si es capaz de salir del atolladero estoy ante una auténtica obra de arte. A veces sucede y me deja maravillada, otras, él o la que sea acaba por empantanarse en la ciénaga que él mismo ha creado y ahí se queda, sin avanzar ni retroceder, fingiendo que lo había previsto de antemano. Es lo que sospecho que ocurre aquí, pero fuentes quizá más autorizadas que yo -o no, ¡quién sabe!- afirman que si está hablando del misterio de la existencia..., o de los insondables secretos de no sé qué..., en fin qu