TEXTOS: Novela policiaca y testimonio social (I)

La aldea global es una novela negra
por Javier Valenzuela (El País 31-7-2009)
Las obras policíacas y de espionaje narran con crudo realismo los entresijos del mundo. De ahí su popularidad. Petroleros, vendedores de armas, politicastros y sicarios son, entre otros, los nuevos villanos.
Resulta que Suecia no es lo más parecido a un paraíso de libertad y justicia. Allí también hay empresarios corruptos, funcionarios venales y machistas asesinos. Debemos este descubrimiento a las novelas de Henning Mankell y Stieg Larsson, pero habríamos podido intuirlo si, en su momento, hace cuatro décadas, hubiéramos tenido acceso a las novelas del matrimonio formado por Maj Sjöovall y Per Wahlöö, con sus policías proféticamente desencantados con el modelo sueco. En cuanto a Estados Unidos, no es solo que sus servicios secretos secuestren y torturen en Abu Ghraib, Bagram y Guantánamo, es que, cual James Bond, disponen de licencia para matar. Lo sabemos por una larga lista contemporánea de sicarios de ficción: el Jason Bourne de Robert Ludlum, el Jack Reacher de Lee Child, Los Hombres de la Guadaña de John Connolly, el John Rain de Barry Eisler...
¿Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia? En absoluto. En Contrato para matar, John Rain, exterminador a sueldo para la CIA, hace esta reflexión; "Algunas personas necesitan la rutina y se niegan a aceptar las consecuencias que acarrea la previsibilidad de sus movimientos. A juzgar por mi experiencia, esas personas suelen acabar muertas más temprano que tarde. El mundo sigue las reglas de Darwin". Pues sí, el mundo se ha vuelto loco en este arranque del tercer milenio, es una jungla donde impera la ley del más fuerte, y quien mejor lo está contando es la novela negra (thriller en inglés). De ahí la popularidad actual de este género literario: la lectura de este verano vuelve a ser Larsson. De esto se habló mucho en la última edición de la Semana Negra de Gijón, una de cuyas mesas redondas estuvo dedicada específicamente a las relaciones entre thriller y política. La conclusión fue que la novela negra está abordando con insolente realismo lo que el periodismo oculta o maquilla: la ferocidad de las luchas por el poder, la omnipotencia del dinero, el doble rasero, la manipulación del público… Constreñida por la obligación de publicar informaciones contrastadas y por lo políticamente correcto, la prensa de calidad no puede contar de la misa la mitad, la sensacionalista, por su parte, solo se ceba en los débiles y los rojos.
Periodista fue el fallecido Larsson y lo son tantos cultivadores actuales del género. En sus biografías suele haber mucha amargura por no haber podido contar todo lo que sabían sobre tal o cual cosa, sobre todo cuando había individuos, empresas o gobiernos poderosos de por medio. Tal es el caso del galés Mat Beynon Rees, creador del primer detective palestino de la historia, el profesor Omar Yusef. Entrevistado en mayo por Le Point, Rees decía: “La ficción es más cercana a la realidad que el periodismo”.
En Una tumba en Gaza, una de las novelas de Rees, alguien le pregunta a Omar Yusef qué le impulsa a continuar una peligrosa investigación y éste responde: “Soy palestino. Estoy acostumbrado a comer mierda”. En otro momento, Salwa, un personaje femenino, suelta: “A veces pienso que los únicos palestino que no lloran son los muertos.  Ninguna crónica y, por supuesto, ningún informe de un think-tank, lo puede decir más corto y mejor.
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