TEXTOS: Novela policiaca y testimonio social (y III)

La aldea global es una novela nueva (Cont.)
Por Javier Valenzuela (El País, viernes 311 de julio de 2009)
El triunfo social de un capitalismo rapaz, el comienzo del declive estadounidense, la resurrección de Rusia y China, el crecimiento de India y Brasil, la acción de terroristas y traficantes multinacionales, el resurgir de los fundamentalismos nacionales y religiosos, todo eso ha convertido el planeta el un campo de batalla… y en un semillero de argumentos para los escritores. En la escena negra global es difícil distinguir a los buenos de los malos: todos piensan que el fin justifica los medios, usan móviles encriptados, piratean en Internet y tienen cuentas secretas en paraísos fiscales, y, si es menester, todos matan. En las novelas actuales, los narcos no son los únicos que contratan sicarios, también lo hacen gobiernos respetables. Ahí está Gabriel Allon, restaurador de arte y asesino al servicio del Mosad, creado por la imaginación de Daniel Silva, norteamericano de origen portugués y también ex periodista.
Situadas en Berlín, Shanghai, Säo Paulo, Dubai, Ciudad del Cabo o Singapur, las capitales emergentes del thriller, o en Nueva York, París, Londres, Moscú o Hong Kong, las clásicas, estos textos ofrecen al lector mucho más que entretenimiento: ofrecen una luz cruda sobre los acontecimientos actuales y, en ocasiones, lo que el crítico Steve Goldstein llama “el oscuro regalo de la profecía. Recuérdese que el 11-M fue anticipado en un best seller de Tom Clancy.
El ensayista canadiense John John Ralston Saul afirma: “Quizá el espionaje sea uno de los últimos refugios de la novela crítica y con peso político”. Gran cronista de la guerra fría, es admirable como John Le Carré está acertando también en el relato de nuestro tiempo. El heredero de Joseph Conrad, Eric Ambler y Graham Greene, sintetizó así el disparate de Irak en Amigos Absolutos: “Aquí nos encontramos con la América más vieja de la historia: fanáticos puritanos que asesinan a los salvajes en nombre del Señor. ¿Qué hay más viejo que eso? Fue genocidio entonces y es genocidio ahora”. Claro, directo y veraz.
“Cuando se mete en política”, escribe el comentarista francés Patrick S. Vast, “el género negro tiende a rascar donde pica, a no caer en el consenso y en lo políticamente correcto. Impertinente, incluso liante, está cerca de la gente, de sus interrogantes, de sus problemas”. Tal como están las cosas, si Obama no logra detener la caída del mundo por la pendiente –y tiene poderosos enemigos dentro y fuera que intentan maniatarlo-, al thriller no le van a faltar temas para las próximas temporadas. ¿Qué tal, por ejemplo, una novela sobre un político mediterráneo que se dice adalid de los valores familiares católicos al tiempo que monta orgías con jovencitas en su Villa Viagra?

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