Jakob von Gunten, de Robert Walser


Literatura para escritores, novelización de lo mínimo. A Robert Walser hay que leerlo entre líneas porque es críptico, sutil e irónico, porque no cuenta casi nada, y sin embargo, ese segundo nivel de conciencia que nos propone en sus libros es mucho más interesante.

 La novela está escrita en 1909 y es evidente que contiene numerosos datos biográficos. Narra el internamiento voluntario de un muchacho de buena familia en un centro educativo dirigido a futuros sirvientes y cómo se desarrolla la vida en él. Expresar la propia visión del mundo mediante la literatura del absurdo fue un procedimiento bastante común a principios del siglo XX. En la época de las vanguardias se pretendía experimentar con el arte para entender la realidad del ser humano, para hacerse preguntas que conducirían a nuevas formulaciones éticas y estéticas. El arte progresó mucho en aquellos momentos, la convivencia, como todos sabemos, no tanto.

Walser nos introduce en una galería de personajes a cual más desequilibrado y excéntrico, una organización demencial, hechos inexplicables. Pero lo que cuenta no es tan fantástico como pueda parecer. La sociedad aparentemente organizada, bien asentada y justa en la que se creía estar viviendo no era más que un mito, un espejismo, como se demostró muy pronto. Y era más cómodo creer en él que cuestionarlo.

La principal estrategia del protagonista es encerrarse en sí mismo, pasear, meditar constantemente sin dejar de observar el mundillo peculiar en que está inmerso. También es esa la irresistible tentación del intelectual o su único recurso posible, al sentirse impotente ante un mundo que ni comprende ni acepta. Que tampoco le acepta a él, por otra parte. Tampoco elude los más elementales dilemas éticos: monarquía-república, pragmatismo-inteligencia, autonomía y creatividad frente esclavitud y servidumbre, o los efectos de educar en la escasez y el autoritarismo cuando otros disfrutan de un profesorado competente y unas condiciones mucho más cómodas. ¿Quizá la fabricación en serie de esclavos? En el caso concreto de Jakob, las penalidades ¿conseguirán debilitarlo o, por el contrario, le convertirán en un sujeto más hábil y avispado, dispuesto a defender con todas sus armas las posesiones de su familia?

Lo que parece innegable es que un texto tan escaso de referencias como este, en el que apenas hay datos  espaciales ni temporales, donde hasta la propia familia del chico apenas hace acto de presencia, hay que considerarlo eminentemente simbólico. El significado resulta muchas veces ambiguo y sujeto a interpretación, y eso es lo único que lamento: no saber calibrar correctamente los mensajes desesperados de Walser, pues intuyo que serán más sagaces y certeros que lo que pretende desvelar cualquier estudio. 
 
PRIMERA EDICIÓN: 1909 – CLÁSICO – VARIAS EDICIONES



 


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