La berlina de Prim, de Ian Gibson




Sobre el asesinato de Prim se ha escrito mucho sin llegar a conclusiones irrefutables. El factor de misterio e intriga que esto supone constituye una tentación constante para investigadores y curiosos. Por otra parte, y desde el punto de vista lector, resulta irresistible encontrar el nombre de Ian Gibson avalando un título tan prometedor como este.

Resultado de imagen de ian gibson
Probablemente, he contado alguna vez el pánico que me da la novela histórica. Es un género que tiene tantas posibilidades de hacer aguas como un bote de tablas en plena borrasca marítima. El secreto para triunfar es sencillo, pero solo aquí, sobre el papel. Consiste –nada más y sobre todo nada menos– en componer una novela excelente modelando las circunstancias del pasado con el máximo rigor. Pocos entienden la complejidad que esto supone: los novelistas suelen sacrificar la crónica para favorecer sus propósitos narrativos o carecen de los conocimientos suficientes y desprecian el factor documental perdiéndose, además, muchas veces en el laberinto del pasado de forma que lo novelístico acaba perdiendo fuerza. Pero rechina más aún que un historiador se embarque en una obra de ficción cuya materia podría organizar con mucha más eficiencia y sin abandonar su territorio natural utilizando los recursos de la crónica. Esto es lo que, en mi opinión, le ha ocurrido a nuestro querido hispanista. En otras palabras, ¿por qué recurrir a la novela cuando no es lo suyo ni le hacía ninguna falta dispersarse? Sea cual sea la causa de esta decisión, un consejo desafortunado o la tentación de explorar un espacio distinto,  el resultado es un producto novelesco flojo y repleto de tópicos enmarcando el irreprochable, interesante y excelentemente documentado armazón que recrea un episodio trascendental de la historia española de finales del siglo XIX. Lo peor es que el formato novela implica ausencias determinantes: la voz del historiador, unas conclusiones transmitidas directamente y no repartidas entre los personajes, la explicitación del proceso real de búsqueda siempre que este sea divulgable, sus explicaciones sobre la forma de organizar el monumental trabajo que hay detrás y cualquier otro elemento que el erudito decida añadir.

En definitiva, aunque siempre es un placer leer a Gibson, me ha sobrado lo ajeno al proceso investigador y sus resultados y en absoluto necesitaba una trama amorosa para entretenerme. Me parece, además, una adulteración absurda que traiciona el auténtico desarrollo de los hechos por muy bien intencionada que esté.


PUBLICACIÓN: 2012 (PREMIO FERNANDO LARA DE NOVELA 2012) -  EDITORIAL PLANETA (COLECCIÓN AUTORES ESPAÑOLES E IBEROAMERICANOS) – PÁGINAS: 376

Comentarios

  1. No voy a leerlo, coincido contigo en tu apreciación sobre la dificultad de cómo escribir una novela histórica solvente. En teoría, claro, porque nunca se me ha ocurrido escribir ese género.

    ResponderEliminar
  2. Yo llegué a ella casi por compromiso. Soy muy crítica con esto porque pienso que una buena novela histórica, ante todo, ha de ser una buena novela. Hay algunas maravillosas pero pocas, desde que se puso de moda el género (hace ya décadas) se utiliza muy frívolamente.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Explícate: