Jill, de Philip Larkin

La novela es un género de largo recorrido. Hace falta cierta trayectoria vital para iniciar una carrera literaria y un espacio considerable entre una y otra a fin de acumular experiencias que bien exprimidas, asimiladas y sometidas a elaboración acabarán convirtiéndose en arte. No es frecuente, pues, debutar con una obra maestra –menos aún si esto ocurre en la primera juventud– ni que un escritor consiga la excelencia cada año. Aunque de vez en cuando tienen lugar ambas rarezas. En cualquier caso, es evidente que el hálito novelesco se agota y el mérito está en saber parar a tiempo.

Nuestro autor cultivó novela y poesía desde muy joven. Esta última le ocupó toda la vida; el terreno narrativo, en cambio, lo exploró en solo dos años y ahí acabó todo, parece que no sintió la necesidad de continuar.

El encanto de Jill reside en su sinceridad. Larkin consigue crear la sensación de que atisbamos un trozo de vida, con todas las incoherencias que esto acarrea, más aún tratándose de un adolescente tan desconcertado e inseguro como podamos imaginarnos. Un muchacho de origen humilde, sin excesivas ambiciones a pesar de sus aptitudes para el estudio, al que se injerta en un ambiente tan hostil como ajeno a su experiencia. La novela disecciona minuciosamente sus procesos mentales y emotivos así como el resultado al que conduce tanta perturbación interna.

Novela iniciática, sí, pero no una de tantas. Al acertado diseño de personajes –del protagonista en particular, pero también de individuos como Whitbread, el señor Crouch y Christopher, y del comportamiento grupal de su pandilla– hay que añadir el apasionante desarrollo de una trama que, en teoría, se limita a recoger las rutinarias incidencias de la vida académica. Sin embargo, a excepción de los episodios en que construye la personalidad ficticia de Jill, ingeniosos pero excesivamente prolijos para mi gusto, el resto resulta tan divertido como angustioso y, tal como está contado, absolutamente verosímil.


PRIMERA EDICIÓN: 1946 (EN ESPAÑA: EDITORIAL LUMEN 1990) – VARIAS COLECCIONES  – TRADUCCIÓN: MARCELO COHEN – PÁGINAS: 300 (aprox.)

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