La sociedad invisible de Daniel Innerarity
Estamos perplejos. No se sabe si entramos en una nueva era
o nos hemos metido en un charco, si vamos hacia delante o nos tiramos al
precipicio por pura inconsciencia. Es obvio que manejamos demasiadas variables,
que lo aparente no es real casi nunca, que quienes manejan el cotarro lo hacen
en la sombra y que lo virtual ha sustituido a lo que se puede tocar y ver. Hoy,
más que nunca, los analistas sociales tienen mucho que contarnos a los
ciudadanos de a pie. Y Daniel Innenarity, tacita a tacita, ensayo tras ensayo,
se ha ido convirtiendo en un referente indiscutible.
Este texto, publicado hace más de una década, perfila y
adelanta gran parte de las cuestiones y evidencias del presente. Puede que no
le entendiésemos del todo cuando afirmaba que la objetividad se había
transformado en una cultura de la
simulación o que la manipulación no es un concepto crítico sino descriptivo
de la sociedad que habitamos. Ahora todo esto tiene sentido. Si hablaba de la
desconfianza como la actitud más aconsejable del momento o afirmaba que lo
virtual proporciona cierta libertad, pero a todos, también a estafadores y
mafiosos, era por algo. Aún así, no imaginábamos hasta qué punto el futuro le
iba a dar la razón.
En un mundo obsesionado por lo visual, que lo pone todo
en tela de juicio, se tiende a creer que todo está bien y que, si algo por casualidad
no lo estuviese, se tomarían rápidamente medidas. Pero cuanto más se potencia
el escaparate, más se ocultan los auténticos resortes, cuanto más se presume de
crítica e iconoclastia más difícil lo tiene quien desea reivindicar o
transgredir.
“Nuestro gran enemigo no es el secreto, la ocultación o la intriga, sino la banalidad; no debería inquietarnos lo oculto sino lo demasiado visible.”
La crítica se ha convertido en parte del sistema, una
crítica arbitraria, y a veces cínica, que pretende cambiar todo para que nada
cambie. Pero, en realidad, ¿a quién criticamos? ¿Quién maneja de verdad los
hilos del poder? ¿Nuestros gobernantes, esos que desde la cúpula aparente de la
escala social muestran su rostro, o un conglomerado invisible que ni siquiera
sabemos qué es? Las guerras que se sostienen actualmente ni siquiera necesitan
un campo de batalla, y los adversarios no son siempre aquellos a quienes se
declara la guerra. El tipo de territorio originado por la globalización es la
red, que sustituye a la tradicional organización centralizada y elimina
barreras fronterizas; esta descentralización da lugar a que contenido
informativo y productos se distribuyan homogéneamente. Los territorios
–comerciales, financieros, informativos, culturales, territoriales o
lingüísticos– se diversifican, fluctúan y se vuelven difusos. Se complica la
tarea de hacer frente a unos riesgos sin límites espaciales ni temporales; en contrapartida,
las injusticias y desigualdades han empezado a percibirse alimentando la
conciencia reivindicativa de quienes, hasta hace poco, vivían ajenos a los centros
de poder. Lo económico se desliga de lo monetario al aparecer nuevos valores en
alza, como la visibilidad mediática, cotizada al máximo sin que importe
demasiado al motivo. Hoy más que nunca, el mundo se ha convertido en un enorme
escenario.
Sin embargo, y contra lo que podría esperarse, con el
bienestar, y la estabilidad generada por él, aumenta la sensación de
inseguridad y la consiguiente demanda de mecanismos protectores. El control
total es imposible en una sociedad global en constante desequilibrio caracterizada
por la crisis permanente.
“La pregunta inicial se responde con una paradoja: la vulnerabilidad de nuestras sociedades resulta ser aquello que las hace más fuertes. La fortaleza de nuestras sociedades reside en su complejidad e indeterminación, en la renuncia a la soberanía, en la convicción de que el poder absoluto es el fracaso de la política.”
Todo esto produce una gran incertidumbre. Como reza uno
de los capítulos finales, “el futuro ya
no es lo que era” –predecible y homogéneo– y eso exige a los planificadores
sociales más prudencia y cautela que nunca.
PUBLICACIÓN:
2004 – PREMIO ESPASA DE ENSAYO 2004 – EDITORIAL ESPASA CALPE (COLECCIÓN ESPASA
HOY) – PÁGINAS: 227
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