La vorágine, de José Eustasio Rivera

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La gran novela colombiana antes del boom de los años 60

Todos hemos oído hablar del boom latinoamericano, que tuvo lugar en las décadas de los 60-70 y que, además de regalarnos a autores tan emblemáticos como García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Roa Bastos, elevó a la superficie a sus precursores más inmediatos, entre los que destacan Borges, Miguel Ángel Asturias, Onetti, Alejo Carpentier, Sabato y Rulfo. Pero también hundió en el desconocimiento, al menos para el gran público, a otros que por ser algo más antiguos quedaban fuera de su área de influencia. Al menos eso es lo que le ocurrió a José Eustasio Rivera, circunstancia que unida a su escasa obra –solo un volumen de sonetos y una novela inconclusa además de La vorágine– le dejó relegado a los libros de texto.
José Eustasio Rivera (1889-1928) fue un funcionario colombiano que  en 1922 formó parte de una comisión enviada por su gobierno a Venezuela. Este viaje le dio a conocer las terribles condiciones en que vivían algunos paisanos suyos, capturados y esclavizados para ser explotados como caucheros. De nuevo en Colombia, Rivera denunció los hechos a su gobierno, bien directamente, bien por medio de artículos de prensa, pero todo fue en vano.
La vorágine, publicada en 1924, sería su denuncia más efectiva, no le dio tiempo a mucho más, pues la malaria, contraída probablemente en la selva, acabaría con su vida en pocos años. Se trata de una obra tan relevante que estuvo considerada la gran novela colombiana hasta la aparición de Cien años de soledad. Aunque en ella se rastrean aún influencias de la corriente naturalista, suele adscribirse al Modernismo que triunfaba plenamente en esa época. En ella se reflejan:
la conciencia ecológica de Rivera, que demuestra tanto en su fascinación por la selva –reflejada en expresivas y rotundas descripciones, en la precisión del lenguaje y el ritmo de la prosa– como en un dolor sincero por el maltrato que sufren los árboles para extraerles el codiciado caucho,
la miserable vida de los caucheros colombianos, capturados para ser explotados de por vida, privados de libertad y derechos, trabajando solo por la comida en condiciones insalubres y a expensas de una supuesta deuda que no se agota nunca,
el trato que reciben las mujeres, consideradas como objetos de segunda fila, raptadas e incluso robadas de niñas, para servir de concubinas a los jerarcas locales.
En resumen, una obra que muestra una sociedad inclemente y repleta de violencia soterrada, con un lenguaje apabullante, unos diálogos tan realistas que llegan a alterar las normas ortográficas, una puesta en escena muy cinematográfica y unos personajes en constante movimiento. Solo hace falta la colaboración de los lectores para no perderse en la vorágine narrativa que el autor ha construido como un espejo de la otra, de la auténtica vorágine.

Comentarios

  1. Sin duda interesante propuesta. Vamos a por ella

    Un saludo

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    1. Desde luego, merece la pena el esfuerzo. Ya nos contarás tu experiencia. Saludos

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